Nuevas evidencias sobre la asociación entre la endometriosis y las experiencias traumáticas y estresantes

Un estudio internacional en el que participa Marina Mitjans, investigadora del Institut de Recerca Sant Joan de Déu (IRSJD), el Instituto de Biomedicina de la UB (IBUB) y el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), ha encontrado nuevas pruebas que vinculan las experiencias traumáticas y los eventos estresantes con la endometriosis.

En concreto, las evidencias muestran que esta afección parece estar estrechamente vinculada al trauma por contacto, es decir, casos en los que hay una interacción física directa entre la víctima y el agresor, como ocurre en los malos tratos físicos o agresiones sexuales. Además, mediante análisis genéticos, se ha descubierto que esta relación sería independiente de la predisposición genética a padecer endometriosis. Estos resultados, publicados en la revista JAMA Psychiatry, podrían ser de gran utilidad para mejorar la detección de la endometriosis, que afecta a 190 millones de mujeres en edad reproductiva en todo el mundo.

Dora Koller, primera autora del artículo e Investigadora del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la Facultad de Biología de la UB, explica que «si bien los traumas psicológicos se han asociado con la endometriosis, hasta ahora había poca información sobre el papel que juegan el tipo de trauma y la predisposición genética». Koller, quien también es investigadora en el Departamento de Medicina de la Escuela de Medicina de Yale (Estados Unidos), señala que «estos resultados desafían los paradigmas establecidos, ya que revelan los mecanismos genéticos compartidos que asocian la endometriosis con el trastorno de estrés postraumático y otros tipos de traumas, al mismo tiempo que proporcionan nuevos conocimientos sobre cómo los diferentes tipos de eventos traumáticos se relacionan con la enfermedad».

En el estudio también ha participado Marina Mitjans, investigadora del mismo Departamento, del Instituto de Biomedicina de la UB (IBUB), del Institut de Recerca Sant Joan de Déu (IRSJD) y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM). El resto de los autores forman parte de la Universidad de Bergen (Noruega), el Instituto Karolinska (Suecia), la Universidad de Oxford (Reino Unido), así como la Escuela T. H. Chan de Salud Pública de la Universidad de Harvard y el Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos).

Estudio con más de 240.000 mujeres

La investigación se ha basado en análisis observacionales y genéticos de datos de 8.276 mujeres con endometriosis y 240.117 pacientes de control, inscritas en el UK Biobank, una base de datos biológicas del Reino Unido. «Nuestro estudio muestra que aquellas con endometriosis también tenían más probabilidades de informar que habían experimentado ciertos hechos traumáticos en comparación con las personas sanas», destaca Koller. Por ejemplo, las personas con endometriosis tenían un 17% más de probabilidades de haber presenciado una muerte súbita, un 17% más de probabilidades de haber sufrido una agresión sexual en la edad adulta y un 36% más de probabilidades de haber recibido un diagnóstico que amenazara su vida.

Para explorar la conexión entre los diferentes tipos de trauma, los investigadores realizaron un análisis de clase latente, una herramienta que permite identificar patrones ocultos en un conjunto de datos. «Un mayor número de casos de endometriosis se podía relacionar con traumas emocionales, físicos y sexuales», apunta Koller.

Trastorno de estrés postraumático y maltrato infantil

Los análisis genéticos de la investigación consistieron principalmente en un estudio de asociación del genoma completo (Genome-Wide Association Study, GWAS) de la endometriosis, así como en un análisis de la interacción entre los eventos traumáticos y el riesgo poligénico de endometriosis, un enfoque que evalúa el impacto combinado de múltiples variantes genéticas en el desarrollo de una enfermedad, en lugar de centrarse en un solo gen. Los resultados de estos análisis han revelado que la enfermedad se correlaciona genéticamente con diversas situaciones asociadas al trauma, siendo la evidencia más sólida la vinculada con el trastorno de estrés postraumático y el maltrato infantil.

«El trauma infantil, por ejemplo, haber sentido en la infancia que cierto miembro de la familia lo odiaba o haber sufrido maltratos físicos en el entorno familiar, también se relacionó con la endometriosis, lo que destaca el papel potencial de las experiencias adversas tempranas en la configuración del riesgo y la progresión de la enfermedad», subraya la investigadora.

Otras relaciones inferidas genéticamente incluyen situaciones en las que la persona estudiada no disponía de alguien que pudiera llevarla a recibir atención médica durante la infancia. Según Koller, este aspecto sería «especialmente importante» en el caso de la endometriosis, ya que contar con cuidadores que garanticen el acceso a la atención médica en esta etapa de la vida puede influir en la resiliencia ante el estrés y en la tendencia a buscar ayuda médica, reduciendo así la probabilidad de un diagnóstico tardío o insuficiente. «Es posible que quienes no tienen el apoyo de cuidadores tengan menos probabilidades de abogar por su propia salud», señala la investigadora.

De izquierda a derecha; Dora Koller y Marina Mitjans.

Mecanismos independientes de la predisposición genética

Los resultados también muestran que la relación entre el riesgo genético de endometriosis y los traumas no parece deberse a una interacción directa entre los genes y el ambiente, sino que se explicaría por correlaciones entre estos dos factores. Es decir, por ejemplo, personas con cierta predisposición genética podrían ser más propensas a experimentar o recordar ciertos hechos traumáticos, lo que a su vez podría influir en el riesgo de desarrollar endometriosis. Koller destaca que «basándonos en la reclasificación de la endometriosis como una enfermedad sistémica crónica con manifestaciones más allá del tracto reproductivo, propuesta por Hugh Taylor -también coautor del estudio-, nuestros hallazgos resaltan cómo los traumas en la infancia y en la edad adulta pueden contribuir a la patogénesis de la endometriosis mediante mecanismos que parecen independientes de la predisposición genética».

Estrategia de diagnóstico precoz

Los vínculos identificados entre la endometriosis y los eventos traumáticos coinciden con un estudio anterior del mismo equipo de investigación que relacionaba la enfermedad con la depresión, la ansiedad y los trastornos alimentarios. Estos hallazgos combinados subrayan la importancia de evaluar tanto la salud física como mental de las pacientes con endometriosis.

«Aunque será necesario confirmar los resultados con otras cohortes, sugieren que podríamos diseñar programas de detección temprana de la endometriosis teniendo en cuenta no solo factores genéticos, sino también antecedentes de traumas físicos u otros factores de riesgo. Esto ayudaría a identificar y tratar la enfermedad de manera más integral y efectiva», concluye la investigadora.

Artículo de referencia

Koller, Dora; Lokhammer, Solveig et al. «Linking childhood and adult trauma to endometriosis 1 through observational and 2 genetic analyses». JAMA Psychiatry, febrer de 2025. DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2024.4694

Personas con cierta predisposición genética podrían ser más propensas a experimentar o recordar ciertos hechos traumáticos, lo que a su vez podría influir en el riesgo de desarrollar endometriosis

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