“La alimentación de un prematuro de menos de 32 semanas es básica para optimizar su crecimiento y neurodesarrollo”
ENTREVISTA. ¿Cuáles son las mejores pautas de alimentación que se deben aplicar en los neonatos muy pequeños o muy prematuros para ayudarlos a crecer más sanos? Esta es la pregunta que intenta clarificar la doctora Isabel Iglesias, adjunta del servicio de Neonatología del Hospital Sant Joan de Déu e investigadora del grupo Enfermedades en la edad adulta de origen fetal o en los primeros años de vida.
Conseguir que el crecimiento de los bebés prematuros recién nacidos se aproxime lo más posible al que hubiesen tenido en el vientre de su madre y contribuir así a una salud óptima, evitando complicaciones en su vida adulta, es uno de los objetivos del servicio de Neonatologia del Maternoinfantil. En esta etapa, una alimentación adecuada es fundamental para el desarrollo del recién nacido.
¿Cuál es el perfil diana de sus investigaciones?
Se trata de niños prematuros que nacen antes de las 32 semanas de gestación (seis meses y medio) y cuyo peso suele ser inferior al quilo y medio. Algunos pueden llegar a nacer con 500 ó 600 gramos. Son pacientes muy vulnerables cuando se les compara con la media de población "sana", que suele ser bebés nacidos después de 40 semanas de gestación y con un peso de 3,5ks.
¿Qué peligros corren estos bebés?
Aunque todos los órganos y sistemas del niño prematuro están ya formados, son todavía inmaduros y han de adaptarse para enfrentarse al ambiente extrauterino. Pueden sufrir complicaciones inmediatas de muchos tipos, desde fallo respiratorio hasta alteraciones del desarrollo ocular. Además, desde el punto de vista metabólico, tienen que ser capaces de enfrentar la transición de un aporte continuo de nutrientes por parte de su madre a través de la placenta a funcionar con los aportes externos que nosotros les proporcionamos. Muchos estudios indican que la desnutrición contribuye a empeorar los problemas clínicos de estos niños a todos los niveles.
Sus investigaciones se centran en encontrar la alimentación perfecta para que el crecimiento de estos prematuros se desarrolle de una forma sana.
Sí, desde hace unos años, en todos los países se han establecido unos protocolos estandarizados, que empiezan con la alimentación parenteral (endovenosa), constituida por proteínas, grasas y azúcar, que intenta mimetizar el aporte nutricional que recibían a través de la placenta. Sin embargo, este órgano tan importante es capaz, a través de diversos mecanismos, de variar este aporte según las necesidades del feto. En este momento hay pocos marcadores bioquímicos por sangre y orina que nos permitan a nosotros hacer lo mismo y ajustar la alimentación para asegurar un crecimiento más sano. Por ejemplo, tenemos pocos datos objetivos para determinar si si el bebé está siendo capaz de aprovechar de forma adecuada las proteínas que le ofrecemos.
¿Qué habéis conseguido desde que, en 2008, empezamos esta línea de investigación?
Hemos conseguido conocer mejor cómo reaccionan estos neonatos ante la nutrición que les administramos durante sus primeros días y a lo largo de todo su ingreso con nosotros. Esto es importante porque hay evidencia de que una nutrición y crecimiento óptimos en esta época mejoran el largo plazo, incluido el neurodesarrollo, de forma independiente. Las recomendaciones sugieren que lo idóneo sería que cuando el bebé llegara a las 40 semanas pesara lo mismo que un bebé sano, pero suelen estar unos 500-700g por debajo, y cuando se van a casa pesan alrededor de 2,6ks. Por otro lado, no importa sólo cuánto peso gane el niño, sino la calidad del mismo, y la proporción de músculo, hueso y grasa. La valoración secuencial de la composición corporal de estos niños tampoco es fácil y es otro de los campos que investigamos. En los niños a término con bajo peso al nacer se sabe que tienen más riesgo de sufrir síndrome metabólico, es decir, predisposición a presentar enfermedades cardiovasculares o diabetes, por ejemplo. No está claro si en los prematuros esto también pasa. Este año hemos empezado a evaluar a los participantes en nuestros estudios, que nacieron con menos de 32 semanas y que ya han cumplido 2 años para continuar estudiando su crecimiento y marcadores de riesgo metabólico y cardiovascular y su neurodesarrollo.
¿Hacia dónde apuntan sus futuras investigaciones?
Nuestro objetivo es conocer en profundidad los efectos de la nutrición que aportamos a los recién nacidos muy prematuros y su relación con el crecimiento, así como el efecto de ambos en la gravedad de los problemas que pueden presentar durante el ingreso y a largo plazo. En último término, queremos ser capaces de encontrar marcadores que nos permitan individualizar las pautas de alimentación para cada niño para ayudarle a alcanzar el mejor ritmo de crecimiento posible para él, consiguiendo un desarrollo óptimo y una disminución de los efectos negativos a corto y a largo plazo.
¿De qué forma le han ayudado las ayudas aportadas por empresas privadas, como Bebé Due España SA, en sus investigaciones?
Estas iniciativas son fundamentales en los comienzos. Las ayudas competitivas te exigen resultados, y para acceder a ellas es esencial el haber contado con financiación de empresas privadas que permiten empezar con pequeños proyectos con los que ir comenzando una trayectoria. Cuando BBDue confió en nosotros no había una estructura específica de investigación en neonatología en nuestro centro. En la última convocatoria hemos conseguido ya ayuda del Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS) para continuar nuestro proyecto. Estoy segura de que este momento no hubiera llegado sin la financiación que de ayudas privadas que se ha canalizado a través de la Obra Social.